Llueve, Madrid, llueve
Llueve, agua, dichosa agua, charcos dispersos, paleta de grises, paréntesis de claros. Llueve en Madrid desde un cielo bondadoso. La Naturaleza, que vuelve a apiadarse de sus habitantes, nos perdona de los excesos acumulados desde la última vez. Asfaltos semivacios que reflejan una realidad desde abajo; lluvia desde un claroscuro, luego, rayos de luz que rasgan el gris, el arcoiris y vuelta a empezar.
Repica en los cristales, como si mi nombre en morse sonara, me llama el agua, me pide llorar. Pero los tiempos son otros y las lágrimas no fluyen ya con facilidad. De las paredes hacia dentro la lluvia no se lleva nada; todo está seco y marchito, polvoriento y resquebrajado. Me quedo con una instrospección pasiva, habrá que esperar a la tormenta para que haga de forma violenta, lo que mi falta de voluntad a la lluvia no le deja.
Se marcharon ya los cormoranes del estanque. Y su ausencia parece meter el dedo en mi herida. Se fueron a lugares más frios, menos pasionales, más seguros. Yo, ahora, debo quedarme con los reflejos de un charco de aquí y otro de más allá. Invitándome a la imaginación, me ofrecen acallar mis penas con la belleza de un reflejo. A mi mismo diciendo alguna vez "te quiero". Futuros inciertos.
Hay algo que pertenece a los sueños, algo de cine en blanco y negro. Llueve en un Madrid de semivacias calles. Paseo solo, pero no hay tristeza, se diluye en las huella mojadas. Paseo solo, pero estoy con todos, uno más, en la calle, vivo, fuerte, irrepetible.
2 comentarios
ricardo -
Deadpool -