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La Caida de Noviembre

Noviembre se esconde antes, noviembre alumbra menos. Y aunque tenga herramientas más que suficientes para no sucumbir al engaño... me dejo llevar; caigo una y otra vez, una y otra vez. ¿Placer? pero barato. ¿Sentimiento? ninguno. ¿Esperanza? la justa para sobrevivir, para tirar del carro que me lleva a un destino decente para los demas y traidor para mí.

La soledad te reafirma, tanto en tus singularidades como en las más oscuras de tus bajezas. Y vuelve estas últimas sumamente tentadoras. Lo suficiente para que te mantengan atrapado; no podrás alejarte mucho muchacho, saben tan bien como tu mismo que son lo único seguro en estos momentos. Podrá ser y es mayor la fuerza de los sueños, pero me han acostumbrado a contemplarlos como a los hilillos que desprende el incienso candente; intensos y luminosos al principio, de ascenso armonioso y decidido... y de bello, cruel e irreversible desvanecimiento final.

Noviembre a revelado a los fantasmas, que nunca del todo se fueron de mi vida como nunca del todo han estado vivos o muertos. Vienen los fantasmas con mensajes de soledad. Vienen los fantasmas con predicicones de fracaso. Vienen y me atormentan en el sueño y en la lucidez, a veces regalandome visiones imposibles para luego dejarme alto sobre el vacio y sin red.

Hoy sentí de repente que no había aprendido nada, que todo volvía a oscuros tiempos en los que estaba atado de pies y manos. No puedo más con esta sensación de impotencia, de descontrol sobre mi mismo, no puedo contra esas ganas de mi cabeza de marchar lejos y a su antojo ante el mínimo de los estímulos.

Noviembre de derrumba y caen con él, el control y las promesas. Noviembre colapsa sobre si mismo y promete no dejar supervivientes.

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