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Too Much Stendhal

Como todo, según se mire. ¿Pero demasiado de qué? ¿Demasiado romanticismo, demasiada esperanza, demasiado... deseo? Pedir demasiado, anhelar algo para lo que no se está preparado. ¿Es demasiado Stendhal hacer fiestas a un éxito? Hasta la fecha, la tónica es sencilla, casi de libro, no hay nada que no haya ya sido contado por otros, escrito por otros: Desear lo que no se tiene mientras la vida te pone otros de sus mejores frutos... y no verlos... y no disfrutarlos... dejarlos pasar. La experiencia me revela que el madurar no consiste en encontrar respuestas si no en dejar de plantearse preguntas; porque no tienen sentido, porque ya pasó su tiempo, porque son vencidas con argumentos que no las responden, y las convierten en papel de fumar.

Demasiado Stendhal, más no en su última página. La de la redención ante la razón, ante la realidad. Una petición de disculpas a quienes ya no contemplan, con ojos y alma vulnerablemente abiertos, caminos demasiado trillados. ¿La última página llega?... Ni siempre ni completa. Habrá que asumir que en realidad tengo para ser feliz, o seguir forzando este curioso devenir de las cosas... seguir siendo falsamente feliz; y aunque falsamente... ¡qué feliz!

Margarita

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