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Vida

En busca de la pelusa perdida

La vida secreta de las hadas, la educacion de las pelusas... en ocasiones la casualidad hace que todo tenga su relación. El día que has tenido, lo que has vivido, lo que has contado y al final... una película. De esas a las que te enfrentas sin saber nada a priori. Que te hace sentir bien, te devuelve la ilusión, la imaginación. Pocas veces se siente uno tan animado a buscar su hada. A probar suerte partiendo de un historial en el que sólo existen fracasos. A ser consciente que somos aves de paso, y ante los demás en la mayoría de los casos un paso muy breve que quizás mereciera más atención de la que se presta.

Mi experiencia actual me diría que siempre hay lugar para los remordimientos, para el arrepentimiento; en cualquier aspecto de la vida y para problemas, desde los más nimios, a los fatales. Friamente me inclinaría a decir que me queda mucho por aprender y descubrir; que la impaciencia es lo que se está cargando todos los visos de felicidad en el sentido en el que la ansio, y que eso mismo no me hace ver otras cosas por las que algunos tocarían madera.

Pero al final siempre tendré esta barrita vertical que precede a todo lo que escribo, deseando que le de motivos para avanzar. Y resulta que el discurrir de mi vida hace que casi nunca halla razones para su quietud. A la postre siempre hay algo por lo que sentirse orgulloso

Álabe

Una liebre a perseguir

Parece ser que acabo de crear mi liebre particular en esa carrera de obstáculos en que se han convertido mis estudios. Porque aunque completamente irracional, y hasta despreciable, un pavoroso sentimiento mezcla de envidia y culpabilidad me invadió al ver su último aprobado. Y ahora, al mirar a septiembre, creo que no puedo, que no soy capaz. Pienso en ella como mi más acerrimo rival. No es competencia por un mejor expediente, no es cuestion de orgullo por creerme más valido. Es simplemente rabia. Muy intensa, por haberse certificado el hecho de que no tengo oportunidad de ser alguien en su vida, por contemplar su exito sin mi, porque no tengo oportunidad ni siquiera de felicitar sus resultados.

Empiezo a pensar en que quizá me sea beneficioso, que puede que sea el revulsivo que me falta, el espaldarazo definitivo. Imagino como será el curso que viene, como será volver a encontrarla en los pasillos. Me pregunto si serán sus ojos capaces ahora de cruzarse con los mios y que no sea por casualidad. Me abate muchisimo el casi convencimiento que tengo de que jamás la conoceré más de lo que la conozco ahora; y para colmo aun me queda contemplarla por los pasillos de ese lugar que compartimos de septiembre a junio... hasta verla terminar.

Ojala me de fuerzas.

 Flaperón

¿Quién pide el placer primero?

El genial tema musical señala el corazón, pero yo tiendo a pensar que hacen más los condicionantes sociales y el instinto. Si droga es todo aquello que crea adicció, el sexo debería ser tratado como tal. Se podría decir que la vida del hombre es su cúmuo de adicciones (en mayor o menor medida) ¿Y el sexo como droga? pues mortal no es, pero si disipativa. Tiene el poder de abstraerte de cualquier otro asunto y pone en marcha todos los mecanismos de indole animal que persisten en nosotros. Se pierde parte de la razón.

El corazón no pide el placer el primero, ansia ser correspondido. El morbo si fomenta el deseo del placer. La pregunta sería: ¿qué es lo provoca el morbo? ¿que hace que cierta persona, y no otra nos de morbo? En muchos casos es esta atracción la que hace nacer una relación personal (y no porque empiece por la cama) Por mi experiencia diría que una parcela más del clasico "para gustos colores" pero en la atracción de una persona por otra hay algo más que canones sociales y / o de belleza, y mucho de la experiencia personal de cada uno y hasta de lo que intuye de esa otra persona por lo poco o mucho que intuye de sus rasgos.

Muchos han llegado a pronunciarse en el tema de la atracción aludiendo a fenomenos hormonales o sensoriales (como el olor corporal) Sin embargo creo que en este campo la cabeza tiene mucho que decir...

Fenestrón

 

El asalto de la envidia

Todavía no sé si se puede clasificar exclusivamente como envidia. No sé si es sólo el no haber alcanzado mis espectativas en el examen o que "ella" me halla superado. Es curioso cuanto menos; que tales sentimientos te desborden de una manera tan basta. Comprender que actuas como una persona despreciable, irracional, como un niño teniendo una rabieta. Y aun así te desborda. Al final, no es más que una prolongación del tema de siempre. Una que no te hace caso, de la que te gustaría ser razón de su gracia y deja patente que eres más que prescindible. "La mujer amada siempre tiene exito" dijo alguien una vez. No es amor, y no podría decir mucho acerca de su mucho o poco exito. Pero de momento es la que toca, en la que piensas por defecto, cuyo nombre buscas en las listas. Y al final será otro recuerdo, otra anécdota y como mucho, un vuelco de estomago al verla en lo sucesivo. Time will tell.

 Flaperón